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sábado, 6 de septiembre de 2008

Potter dominado

Fandom: Harry Potter.

Claim: Draco/Harry.

Disclaimer: Los personajes de J.K. Rowling, no míos.

Advertencias: Lemon, Sadomasoquismo, Tortura.

Potter dominado

A Draco le gustaba la sensación de poder que tenía sobre las personas. Le gustaba que éstas reaccionaran a un mero movimiento suyo, aunque no siempre fuera la reacción que deseaba. Cuando se esperaba el resultado, lo calculaba y salía a pedir de boca, eso era lo que más le encantaba.

Algunos envidiosos podrían argumentar que esto se debía a lo terriblemente consentido que lo tenían sus padres, dedicándole sin mezquinar las muecas más estúpidas que el mundo mágico jamás verá otra vez, dándole todos los lujos dignos del más precioso príncipe sobre la tierra y cumpliendo cada capricho que pasara por su rubia cabeza, todo con tal de tenerlo contento. Y quizá tuvieran algo de razón, pero Draco prefería decir que no era su culpa si sabía lo que quería y no carecía de las agallas para buscarlo.

Características que Harry aprendió muy bien en los años que llevaban juntos. Él podía ser un héroe de guerra y uno de los aurores más cotizados en el mundo mágico, incluso podía tener el privilegio de estar arriba una que otra vez. Pero si Draco quería ser el amo y señor de la cama, ninguna medalla, reconocimiento o palabra le sacaría la idea de su mente hasta que se hallara hundido en lo más profundo de su interior, arrancándole tales gemidos que bien podrían ser gritos.

Esa noche, si ver a Draco aparecer caminando desnudo con la varita en mano no le fue suficiente prueba de lo que vendría, a Harry se le despejaron las dudas al ver su expresión viciosa, la sonrisa ladina de un tramposo a punto de desembolsar todo el dinero. Aunque obviamente no era dinero lo que buscaba, como le hizo notar al dejarlo en cueros con un simple movimiento de varita. El moreno no se había sorprendido mucho y en cambio sintió un calor llameante en su rostro en el momento en que el rubio se acercó a paso felino hasta la cama, subiendo hasta quedar a centímetros de su rostro.

—Hoy tengo ganas de jugar, Potter—anunció el rubio adelantándose todavía más, golpeándolo ligeramente con su frente para que se recostara. En esa posición se subió hasta posar las manos sobre sus muslos—. ¿Tienes idea de cómo?

No le dio tiempo a contestar de ninguna manera; un destello de plata, brillando a la luz de la chimenea y Harry apretó los dientes al percibir el rápido viaje que hizo un puñal encima de su pecho. En el momento el arma regresó a su forma de varita, mientras un dedo pálida recorría la fina línea de sangre que empezaba a derramarse y luego se lo acerba a los labios para probarla obscenamente.

—¿Acaso tienes parientes vampiros?—inquirió Harry, como todas las veces en que lo había visto hacerlo, sonriendo, ya no queriendo disimular lo excitante que era la idea de follar con semejante vampiro.

—Ya quisieran ellos relacionarse conmigo—dijo el rubio bajando la cabeza, para repasar con su lengua el camino rojo, arrancando un ligero estremecimiento en el moreno. El tacto era áspero y parecía que a su paso quería abrir aun más la herida—. Te encanta.

—Para nada—respondió echando la cabeza hacia atrás, apoyándola en la cabecera. Se imaginaba el rostro de Draco como un asesino inmortal, la sangre escurriéndosele por las comisuras de la boca sonriente mientras lo observaba de forma predadora. Él era la presa, el cazador a manos de la bestia.

—¿Ni esto?—preguntó inocentemente -palabra rara para describir una acción de Draco-, perforando la piel en forma horizontal con la hoja de plata, cerca del brazo izquierdo.

En esta ocasión Harry sintió casi como una liberación el que la sangre se derramara. Se estremeció expectante, sintiendo esa lengua de gato -gato, serpiente, qué importaba- lamiendo de sus heridas abiertas, acariciando el miembro erecto con una mano mientras la otra jugueteaba sobre la piel del cuello, haciéndolo sentir el metal dispuesto a penetrar en su carne.

Lente, tortuoso, la mano de abajo subía y abaja por la extensión de la piel sensible, jugando de a momentos con los testículos sólo por la diversión de verlo enrojecer velozmente, perdiendo la respiración y la paciencia. Había cerrado los ojos para ser más consciente de las sensaciones que embargaban su cuerpo, y aun así podía visualizar cada gesto en el rostro de Draco, su expresión lasciva cuando tiró de sus piernas para obligarlo a acostarse y luego su sonrisa cuando se colocó a horcajadas sobre su estómago.

Una de las cosas más sorprendentes del rubio, es que tenía un dominio increíble en su trasero, logrando que la abertura atrapara momentáneamente el miembro de Harry sin acercarse siquiera a su entrada. Arriba, abajo, apoyando las manos sobre su pecho maltratado y llevándolo al límite de su delirio.

Quería levantar los brazos y hundirse en él de una sola vez, se moría por hacerlo, pero no podía. Draco sólo estaba jugando a tentarlo, y cualquier intento por pasar por encima de sus deseos sería duramente castigado -lo cual, dicho sea de paso, no veía nada mal, aunque, ¿dónde estaría el juego si perdía su papel?

—Dilo, Potter—insinuó con voz siseante; no arrastrando, si no acariciando cada sílaba pronunciada como si fuera una cosa exquisita—. Dilo.

—Fóllame. Ya. Hijo de puta—Harry sintió sus palabras como un pan imposible de masticar, levantando las piernas.

—No me da la gana todavía—contestó Draco petulante, y velozmente se apartó para obligarlo a estarse boca abajo en la cama, ignorando el siseo de dolor que emitió Harry al sentir la tela en contacto con su pecho. En esa posición el rubio le agarró de las caderas y las elevó hasta dejarlo arrodillado, sin encontrar resistencia de su parte.

Un dedo invasor se coló fugazmente por su ano, pero salió casi de inmediato, llevándolo a soltar un tenue quejido que tampoco significó nada para el otro.

—Disculpa, no creo haberte oído bien antes—susurró palpando su trasero con ademanes bruscos, agarrando piel para luego soltarla rápidamente—. ¿Me has llamado cómo? ¿Dios Draco? ¿Amo?

—Hijo de puta—respondió sonriendo, visualizando las facciones pálidas relajarse en pura complacencia.

—Respuesta equivocada—y entonces le propinó una sonora nalgada que pareció resonar en las paredes, y al mismo tiempo Harry sólo fue consciente del ardor en esa zona, gimiendo levemente. Ni siquiera se percató de la lagrimilla que se perdió entre los pliegues de la almohada, signo de su frustración y dolor—. ¿Cómo se dice?—inquirió metiendo y sacando velozmente un solo dedo, un espejismo burlesco de lo que realmente le hubiera gustado que le metiera.

—Fóllame—repitió en cuasi exigencia, comenzando a desesperarse.

Se retorció adolorido cuando la varita transformada le rajó la espalda. El dolor lacerante lo estremeció y quiso encogerse en la cama, pero Draco lo sostuvo para que se mantuviera en esa posición.

—Fóllame—dijo sabiendo que eso más bien había sonado a suplica y sin importarle. Deseaba sentirlo dentro de él, también rompiendo el interior de su cuerpo como en el exterior.

—Como quieras—aceptó colocándose justo detrás de él, y penetró de una sola embestida, provocándole un grito ahogado de dolor, pues desde hacía tiempo que no estaba abajo y ni siquiera había tenido preparación previa.

No estaba aliviado, sólo podía pensar en el dolor y la potencia de éste. Escuchó a medias un comentario acerca de lo estrecho que estaba, sobre que era tiempo de ponerle arreglo a eso y Draco salió apenas un poco, para después asestarle otra estocada de su miembro. Duro, besos que se regodeaban en su sangre -la repentina aparición de dientes apretando, impulsando el elixir rojo a escapar- y el aliento caliente del rubio reconfortándolo, sólo para continuar con el movimiento, sin darle oportunidad a acabar su última exhalación.

¿Era sangre lo que se sentía cálido y líquido arrastrándose por sus piernas o su propia excitación? Un poco más atrás y el golpe dio justo en el blanco, a la vez que otro corte se daba en la altura de sus hombros, soltando finalmente las lágrimas, retazos salados de lo que significaba su placer y su tortura. Draco para afuera, desgarrando la zona baja de su espalda con la varita, y luego adentro, envolviéndolo en una bruma de éxtasis indefinido.

No sabía que estaba pidiendo por más, mientras se sucedían más y más heridas, pero no importaba mientras siguiera contando con ese momento de delirio donde ya no importaba mostrar un papel, recordar lo amargo por saberse sucumbido por completo. ¿Y a quién le podían importar esas menudencias cuando tenía una polla activa para sí?

En esos momentos no podía afirmar nada menos que le daba igual si Draco quería ser el dominante todos los días de su vida, pero que nunca dejara de follarlo de esa manera, pendiendo su cordura entre el dolor y el placer, la rabia y la expectación.

Un grito cuando el arma fue más profundamente al atravesar su columna, un jadeo cuando abandonó su trasero casi por completo y finalmente un ruego al ser llenado. Más, más, más. Y todo de nuevo, como si estuviera escrito que acabaría en esas tres fases; dolor, deseo y alivio.

Él hubiera acabado primero, pero Draco se inclinó para rodear su hombría de modo que le fuera imposible hacerlo, dejando que los testículos oscilaran en torno al puñal ensangrentado sin lastimarlos, mientras continuaba gimiendo contra su espalda y desgarrando cualquier velo de lógica inconsciente. Así fue como él terminó en su interior, emitiendo un gemido ronco que dio encima de una herida.

—Mierda…—sollozó impotente, y el rubio lo liberó, permitiéndole la liberación de toda su esencia contenida. Se sintió desmayado aún antes de caer sobre las sábanas.

Draco se acostó a su lado, jadeando, los ojos plata cual dagas asesinas entrecerrados con cansancio. Quedaban cara a cara y la luz de la chimenea casi ocultaba la porción de piel más próxima a la almohada.

No tuvieron tiempo ni fuerzas para decirse nada antes de que todo se volviera negro para ambos. Una mano de Draco posada confiada sobre su cintura, un pie de Harry encontrando compañía con los de su pareja.


Fotos indeseables

Fandom: Drake & Josh.

Claim: Drake/Josh. Megan.

Disclaimer: Ningún personaje me pertenece ni gano algún dinero por escribir esto.

Advertencias: Slash. AU. ¿Demasiado crack?

Fotos indeseables

La habitación parecía, a todas las luces, el testigo de una batalla campal. Por donde se mirara había objetos desperdigados por el suelo sin el menor orden, y desde la puerta un espectador podría ver el vuelo ocasional de alguna prenda de vestir convertida en una bola, lanzada con toda la intención de golpear un objetivo que milagrosamente logró escapar.

Los gritos también se hacían oír desde el pasillo, llenos de reproches, recriminaciones y finalmente súplicas que casi sonaban desesperadas. Sin embargo, era difícil entenderlas puesto que se veían combinados con el sonido de objetos no del todo resistentes estrellándose contra las paredes o el piso.

Josh ciertamente no quería estar en medio de semejante situación, pero mientras tropezaba en su afán por evitar los proyectiles, su primer impulso consistía en aplacar a su hermano, antes de que se le ocurriera que su computadora bien podría romperle el cráneo a su gusto.

—Drake, por lo que más quieres, entiende que yo no tuve que ver—intentó aducir, mientras hacía aspavientos con las manos para no caerse sobre una pila de pantalones, en su intento por esquivar una camiseta.

—No me vengas con estupideces, Josh—espetó Drake enfurecido, tomando una almohada de la cama de su hermano. Pocas veces se le había visto tan furioso, con los pelos alborotados sobre el rostro colorado de ira y resoplando fuertemente; tal visión no hizo si no poner más nervioso al otro, el cual tragó saliva con dificultad—. ¿Entones qué se supone que hacía esa foto de ti y esa chica besándose en mi casillero?

—¡Te juro que no tengo idea!—exclamó el moreno lanzándose al abrigo del sofá, en el momento en que la camiseta enrollada volaba en su dirección. El golpe quizá le hubiera dolido al ser detenido por los antebrazos, pero el suelo estaba cubierto por sábanas que amortiguaron su caída—. ¡Ni siquiera sé quién era esa chica! ¡Jamás la había visto en mi vida!—comenzó a arrastrarse por el suelo como militar en campo de entrenamiento, buscando la suela de los zapatos de Drake para poder evitarlo.

—Excelente, Josh, muy bien dicho—dijo la voz de su hermano sobre él y Josh se volteó temeroso desde abajo. Encontró el cuerpo de su hermano contemplándolo arriba del sofá, esta vez con un bate en mano—. Decir que te has besado con una total extraña es mil veces mejor que con una conocida.

Josh apenas si tuvo tiempo de salir rodando a un lado, antes de que el arma lo alcanzara. Drake se tambaleó ligeramente al hundir su brazo en su dirección, pero se recompuso de inmediato para saltar al frente. Sin darle oportunidad a reaccionar, tomó al moreno por el cuello de su camisa, obligándolo a levantarse, y lo zarandeó bruscamente.

—Drake...—trató de calmarlo sosteniendo sus manos, sin lograr desasirse de él pues se estaba mareando—, no he besado a nadie más que a ti. ¿Cómo...quieres que te lo diga?

—¡Mentiroso!—vociferó arrojándolo sobre el mueble al cual se había subido, empezando a propinarle los golpes que deseaba realizar desde que viera aquella infame imagen.

Atrás de ellos, sin que ninguno lo notara, una minúscula lente brilló cerca de la ventana, siendo un testigo mudo del momento en que empezaron a revolverse uno contra el otro. Conectado a ese pequeño aparato, un cable descendía un piso hasta unirse finalmente a la pantalla de plasma en la habitación de Megan, la cual observaba sonriente la escena desde su cama, computadora portátil en sus piernas. No podía escuchar lo que se decían, aunque no le hubiera costado nada hacerlo, pero en esa ocasión no importaba porque todo lo que necesitaba era en las posturas de lucha que practicaban.

Hablaba por teléfono, intercambiando palabras con una vendedora que, sabía, estaría más que satisfecha con el material que le iba a proporcionar. Sí, que todo salía bien; no, que no tardaría en tener todo listo; que sí, iba a ser tan "slash" como ella lo había pedido.

—Entonces te los entrego mañana, cuando les haya hecho los ajustes que querías—se despidió finalmente con una sonrisa satisfecha, para luego volver su atención a la computadora, donde vio que Josh respondía tan rudamente como le era posible a los ataques del castaño.

Era tan fácil controlar a esos dos. Reconocía, en una pequeña parte de su mente, que podría haber hecho las cosas mucho más sencillas. Esperar hasta el siguiente sábado en la noche o cualquier día de la semana en que viera que uno de sus hermanos abandonaba su cama habitual, pero al siguiente momento se dijo que no hubiera sido ni la mitad de divertido y nuevamente agradeció la existencia del Photoshop.

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Llevaban horas en la misma lucha y finalmente el puño de Drake falló en dar contra la mejilla de su hermano. En cambio, jadeando y agotado, se dejó caer sobre su pecho para recuperar la respiración.

—Tiempo fuera—musitó con la garganta seca, cerrando los ojos.

—De acuerdo—concordó Josh suspirando, bajando los brazos con los que pretendía defenderse, dejándolos caer a los lados. Los golpes no le habían hecho mucho daño gracias a ellos.

Todavía estaban encima del asiento y, aunque se suponía que estaban en una pelea, el moreno reconoció que el pelo del otro olía bien. El peso tampoco era tan desagradable, pero le hubiera gustado que quitara la rodilla de su riñón.

—Oye, Drake...—llamó cansado, esperando que no se hubiera dormido.

—¿Qué?

—Lo que te dije antes era cierto. No he estado con nadie aparte de ti.

Drake movió la cabeza ligeramente contra su pecho, volteando a otro lado. No podía verle la cara para comprobar lo que pensaba; su cuerpo se había relajado por completo.

—Lo sé, Josh. O debería saberlo. Se me hacía curioso que hubieras estado con una chica tan linda que yo no conociera.

El moreno torció los labios disconforme, pero se guardó de comentar que no tenía por qué conocer a todas las bellezas de la cuidad. En cambio, espetó:

—¿Entonces por qué hiciste todo esto?

—No lo sé. Supongo que me volvió loco la idea de verte con otra.

—¿Supones?—inquirió Josh irónico, haciendo un vago gesto para señalar la habitación destrozada. Al no recibir respuesta alguna, continuó hablando—. ¿Estamos bien?

—Sí, lo que sea—respondió acomodándose mejor, abrazando ligeramente los costados de su hermano—. Ahora déjame descansar un rato y luego te demostraré la razón por la que no necesitas ninguna chica en tu vida.

—No si yo te la demuestro a ti—replicó Josh sonriendo, pero se dejó arrastrar por el cansancio, envolviendo su cuerpo con los brazos.


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